Una de las grandes preguntas que vive un hombre cuando se siente atraído por una mujer es: ¿Cómo logro conquistarla? Sí, no siempre será fácil acercarse a una mujer y establecer un nexo. Y si no tienes cuidado, es probable que termines espantándola y entonces seas víctima de la frustración.
Cuando esto ocurre, hay hombres que se dejan derrotar por la timidez y entran en un estado de desmoronamiento moral. O incluso, se paran frente al espejo para acomplejarse por su belleza, a pesar de ser muy atractivos. En realidad, no hay que llegar a esos extremos.
Lo que realmente logrará que esa mujer se fije en ti no tiene nada ver con el dinero que poseas, ni si tienes un rostro encantador o si estás dominado por un espíritu romántico. Lo que en verdad atrae la atención de una mujer es tu propia personalidad.
Aquí conocerás algunas ideas claves para que dejes fluir tú yo y puedas proyectar lo que eres para que esa mujer sea vea irresistiblemente seducida por ti.
Sé tú mismo
No intentes ser otra persona, no finjas que ser ese galán de una película o el personaje más sensacional del momento. Si llegas a hacer eso, muy pronto te darás cuenta de que estás actuando. Y si algo tienen bien claro las mujeres es el reconocer cuando un hombre presume para impresionarla.
¿Sabes que es lo peor? Qué esa mujer estará dispuesta a seguirte el juego, solo para reconocer hasta donde llegarás con ese entusiasmo. Y al final te hará a un lado cuando logre exprimirte, jugando con tu tiempo y tu creatividad por ser una persona que en realidad no eres.
Simplemente sé tú, sin más rodeos. No hay nada que ocultar y nada que simular. Diviértela con tu propio sentido del humor y tu manera de entender el mundo.
Ser amable y cortés
El tema de ser amable y cortés siempre estará asociado con el espíritu del buen caballero. A las mujeres no las impresionan los hombres rudos y agresivos, orgullos y arrogantes. Lo que quieren es una persona dulce, que sea amable con los demás, que demuestren que tienen un corazón tierno.
Eso le brindará una gran confianza a esa mujer. Tu amabilidad le demuestra que la tratarás con mucho cuidado y que no tienes en mente hacerla sufrir. Una mirada tierna, un halago sincero, una sonrisa, aportará en primer lugar a que seas más confiado. Y esa misma confianza la percibirá ella.
Elegancia
Y por supuesto que sí. Las mujeres admiran a los hombres elegantes, que saben vestir, que tienen una idea sobre estética, glamour y etiqueta. Aunque, ahora no vayas a viajar en el tiempo y te conviertas en un hombre con sombrero de copa, traje elegante y reloj con bolsillo, además de un monóculo en tu ojo derecho.
La elegancia siempre dependerá del contexto y en cierto sentido de las modas vigentes. Ser elegante es sencillamente vestir bien, demostrándote a ti mismo en primer lugar que en realidad encajas dentro de tu mismo “traje”. Vas vestido con unos jeans, una camiseta y zapatos deportivos. Eso será suficiente en la medida que refleje tu sentido de ser elegante.
Hacerte desear
No reveles todas las cartas de tu personalidad. Reservarte la mayor parte posible de tu identidad. A medida que te vas conociendo con esa persona le vas develando secretos sobre quién eres, lo que te gusta, lo que te apasiona, tus sueños e intereses. Tienes que ser como un libro que va develando sus secretos suavemente.
Si intentas descargar todo de golpe, le quitarás a ella la oportunidad de adentrarse en tu vida. Así que el hacerte desear aquí no tiene nada que ver con ser hermoso o no cruzar una línea para demostrar tu interés en ella, sino dejar en perspectiva que eres un mundo por descubrir.
Ser audazmente picante
Si existe algo que nos conecte como seres humanos es el placer. Sí, el placer sexual. Ese sentimiento donde la desnudez va de la mano con la felicidad. A las mujeres también les encanta hablar sobre sexo, solo que intentan ser más precavidas para no exponerse a tu deseo.
Una sonrisa radiante y una mirada sugestiva la hará entrar en calor contigo. Una que otra vez aludir al tema también siembra pequeñas semillas de deseo. Y a su vez le reafirmas que eres un mortal más, con instintos y que, si se aventuran, los dos podrán darse el gusto de ir en búsqueda de la felicidad carnal.